Cuando algo va mal, muchas cosas cambian-

Era tarde, y yo caminaba por aquella calle, oscura, vacía con un gran silencio; lo unico que se oía era el ruido de mis pisadas; el choque de las suelas de mis zapatos con la calzada. La verdad, sabía porque estaba allí, es más lo sabía a la perfección, iba todos los días de mi vida, depués de un mes de todo lo que ví en casa; cuando mis padres se gritaban día a día, y cuando mi madre lloraba diciendome que no abriese la puerta de mi cuarto, tenía ocho años, pero sabía lo que pasaba. Mamá no se llevaba bien con papá, y papá le pegaba y la hacia llorar.

Ya me harté de oir gritos, platos rotos, golpes, es más pasé de ser la niña inocente, el típic niña que tenía miedo, la niña dulce, con un corazón de cristal.

Desde ese día todo cambió, empecé a escaparme noche tras noche, tenía amigos que la verdad no me convenían, pero al fin de al cabo eran amigos y me hacian reir, me hacian sentir uno más, éramos como una gran familia, éramos...¿felices?, pues sí por así llamarlo, éramos felices.

Cuando crecí empecé a vestir distinto y empecé a rapear, iba al instituto, y la verdad no es que sacase malas notas, pero por día era más distinto, empecé a beber, fumar porros, iba de folleteo por la vida, y de pelea en pelea, tenía una moto, que por así llamarlo era mi compañera de viajes, porque con ella hacia las carreras ilegales cada domingo, la policía nos pillaba muchas veces, y aún así, todo me daba igual.

Había cambiado, no era la niña de antes, solo encerré mi corazón y mis sentimientos en una caja fuerte, y la llave la perdí.