miércoles, 15 de agosto de 2012

THE BEST EXPERIENCE IN MY LIFE.

3 de la mañana, no es una hora normal para levantarse un martes, un martes 31 de Julio de 2012, estaba eufórica, hice todas esas cosas que hacía todas las mañanas, incluído preparar los últimos detalles del viaje.
Estar en el coche durante dos horas y no poder dormir, aunque los párpados te pesaran, eran más los nervios que otra cosa. Bajar del coche y cojer la maleta que pesaba kilos, kilos y más kilos. Buscar la terminal en esas pantallas, terminal 5, vuelo Málaga-Madrid. Buscar mostrador de facturación, y encontrarnos con la monitora de allí, la que nos ayudaría con todo el tema de facturar, controles.
Entrar en el avión, con el corazón a mil, con esas preguntas que te haces como ¿les caeré bien? ¿cómo serán? ¿de dónde serán?
Bajas del avión y te encuentras a gente que irá a tu destino, gente que no, personas que convivirán contigo durante quince días, personas que solo verás en el avión. Y resulta, que no cruzas palabra con ninguno de ellos, piensas que te va a ir mal, que no les vas a caer bien, o  yo que sé, esas paranoias que se forman en la cabeza.
Ahora toca subir, y encontrarte con todos, todos los españoles con los que convivirás durante dos semanas, nadie habla, solamente el típico "hola, ¿cómo te llamas? ¿de dónde eres?" y así con 16 personas, en total 17 personas contando conmigo. Conocer al monitor, y que rompa el silencio con el "¿vais a estar así de silenciosos durante dos semanas?" Ya empezar a hablar con las niñas y pegartela con la barra del aeropuerto, pasar controles, subir en el avión y pegartela contra un cristal al ir al baño, parecer que vas en la luna andando por los pasillos a causa de las turbulencias, ver a tanta gente, todos con el mismo destino; Heathrow, algunos que irán contigo, y otros que serán solamente caras desconocidas, de las que no te acordarás en unas horas, otros dejarán huella para siempre.
Segundo completado, ya estamos en Reino Unido, en el aeropuerto, hemos pasado la frontera, enseñado pasaportes, y llegado al autobús. Empezamos a hablar con los del fondo y todo bien, algunos teníamos las mismas aficiones, gustos, y todos se veían simpáticos.
Después de dos horas de autobús ya estamos en nuestro hogar para quince días, Hastings. La residencia tenía una fachada preciosa, aunque no se veía muy espaciosa por dentro, dos baños para nueve niñas, es imposible. Bueno, pasaba el tiempo, y lo que parecía donde no se podía convivir resultaba ser como la casa para todos y todas, nos pasábamos el tiempo juntos como hermanos. Riendo a cada hora, haciendonos fotos y fotos, despertándonos a las 7:30 cada día sin ningún problema, porque estaríamos un día más con los mejores amigos que puedas conocer.
Pasaban los días, discotecas, clases actividades, lunch packs vomitivos, sueños, alguna que otra lágrima al pensar que nos quedaban pocos días juntos, canciones, bailes.
Esos recuerdos como salir por la puerta de emergencia y no poder abrir, tener que saltar una valla en calcetines y tener que ir a caballito en un amigo. Por las excursiones a Londres, por las compras, cuando estás apunto de pegartela en el metro, por los secretos con tu mejor amiga. Por las risas viendo el reto de la canela, por tirar llaves por la ventana para poder subir y tener que dormir arriba con todos.
Por el día en Brighton, por el resfriado, por los abrazos, por tanto andar, la mega party, por esas lágrimas, por hacer la maleta, por decir ES LO MEJOR QUE ME HA PASADO EN LA VIDA.
Por esas banderas firmadas, por llorar juntos, por ser como hermanos, por haberos convertido en gran parte de mi.
Última noche, y la tristeza que hay en mi no es normal, pero como toda historia, todo acaba, nada dura siempre, ni si quiera el amor de verdad, cada persona muere. Todo acaba, y esto es algo que nunca debería acabar, los campamentos de verano.
Llorar al ir al aeropuerto, estar abrazada por tus últimas horas con las personas que te han marcado la vida. Facturar, esa facturación que nunca te habría gustado hacer, despedirte de los italianos.

Decirle adios a tu maleta, y saber que cuando te montes en el avión, serán las dos horas más cortas de tu vida. Está lloviendo y parece que el cielo coincide contigo, ya que tus ojos están llenos de lágrimas. Ascender y no saber ya que hora es, porque es como si hubiera un lapsus de tiempo. Tener la tontería de hablar con tu compañero, como si empezara el viaje con los ojos llenos de lágrimas. Esperar a la maleta, despedirte del monitor, y de todas esas personas impresionantes, que los abrazos no te llenen lo suficiente y que quieres uno más de cada uno. Cruzar la última puerta y romperte a llorar, que el corazón se te desmorone al ver pancartas de algunos familiares de tus amigos "welcome to home"
Último abrazo, adios, volveremos a coincidir, os echaré de menos, os necesito, no me olvidéis, creo que son las cosas que todos pensaréis, incluida yo. Muchas gracias por todo, nunca he sabido lo que eran los amigos de verad, y vosotros... me lo habéis demostrado.





cambiaría mi vida entera por todos vosotros.



No hay comentarios:

Publicar un comentario